La Oreja de Van Gogh se columpia

Todo aquel que tenga un grupo favorito o que haya acompañado su infancia, comprenderá lo que supone la publicación de un nuevo disco y, como rito que lo precede, está pegarse a la radio para escuchar el single de presentación. Así se encontraban cantidad de personas el pasado sábado 16, incluída yo, esperando para oír lo que sería «La niña que llora en tus fiestas», primer single del nuevo disco de La Oreja de Van Gogh.

Hace mucho que aprendí a reflexionar las cosas y dejar pasar un poco de tiempo para poder pensar con nitidez, por lo que decidí dejar pasar unos días hasta opinar sobre este nuevo tema de LODVG. Y hoy, tras haber escuchado y re-escuchado la canción muchas veces, puedo asegurar que, si este artículo lo hubiera escrito ese mismo día, sería muy diferente a las líneas que escribiré a continuación.

Cuando hay un cambio de productor, es inevitable que las cosas se modifiquen, aunque sea en un diminuto porcentaje. Pero, con la toma del mando en la producción de Simon Nordberg, un sueco que ha trabajado con artistas como Britney Spears y el deseo de los donostiarras de dar un giro musical, a más de uno nos sorprendió este «tono diferente» que presenta «La niña que llora en tus fiestas».

Muy poco queda en este single del estilo musical que en 1996 daba a conocer a cinco chicos bajo el nombre de La Oreja de Van Gogh y que durante 10 años se fueron culminando como uno de los grandes grupos musicales de la historia musical española. Claro está que ya no cuentan con la voz que acompañó durante esa exitosa década a los temas del grupo, Amaia Montero, lo que ya hizo variar en su día la forma de apreciar a LODVG y su música (el 19 de noviembre de 2007 anunció su retirada del grupo).

La canción empieza bien, en la línea marcada por una voz dulce y característica que presentan las canciones de La Oreja, tanto con Amaia como con su actual vocalista, Leire Martínez. Con una letra abstracta, difícil de captar su mensaje a la primera como ya nos tienen acostumbrados en sus composiciones (véase «Muñeca de trapo») la canción va adentrándose en unos ritmos cada vez más electrónicos y diferentes hasta desembarcar en un estribillo potente, a la par que desconcertante.

Tras haberla escuchado repetidas veces, mi opinión ya no es tan negativa como lo era en un primer momento, aunque sigo rechazando en gran parte la composición de este tema. Me siguen sobrando por todas partes esos toques electrónicos, no del todo, pero si en gran parte ya que son abundantes y «rayantes». Quizás el estribillo siga siendo lo que me produce este rechazo, ya que me sigue sonando exageradamente electrónico y «a grito pelao».

Lo que está claro es que, ya con su primer disco tras la marcha de Amaia, «A las 5 en el Astoria», sentí que el grupo iba perdiendo fuelle y no solo por el hecho de la marcha de Amaia, si no porque los temas que formaban este nuevo álbum me retrocedían a los años de «Dile al sol» (incluso mucho antes), rompiendo así la potente evolución que se iba notando cada vez que la banda sacaba nuevo disco.

Aún queda por esperar a la publicación del disco, del cual no sabemos aún el título, pero parece ser que seguirá por la línea de este primer single, uniéndose así a la lista de los grupos «poperos» que deciden agarrarse y subirse al tren de los arreglos electrónicos. Lo que está claro es que el riesgo al que se han expuesto con este nuevo trabajo es muy alto y que, a pesar del respaldo que supone dar este salto al vacío bajo un potente nombre como es «La Oreja de Van Gogh», el golpe puede ser fuerte y doloroso. Así pues, habrá que sentarse a esperar hasta poder escuchar lo que supondrá el sexto disco de estudio de la banda donostiarra y, para muchos, el final de uno de los grupos más respetados y conocidos del pop español.